Lo que de verdad envejece (y lo que no)

A veces me preguntan si me molesta cumplir años. Y yo respondo con una sonrisa: no me molesta cumplir años, me molesta el edadismo.

El edadismo es esa forma silenciosa de discriminación que no se ve, pero se siente. No son las canas, ni las arrugas, ni el número en el calendario lo que limita. Lo que realmente envejece es ceder, apagar la voz propia, dejar de soñar porque alguien dice que ya no toca. Por eso hace un tiempo decidí poner en palabras todas esas actitudes y creencias que nos hacen envejecer antes de tiempo. Lo hice a través de frases, de pensamientos que muchas mujeres hemos sentido, y que ahora quiero compartir de forma completa.

Lo que de verdad envejece

  • Envejece justificar tu estilo solo porque tienes una edad.
  • Envejece mirar al espejo y no reconocerte porque cediste demasiado.
  • Envejece asumir que tu sitio está en la sombra.
  • Envejece encoger los sueños para que quepan en la mirada ajena.
  • Envejece renunciar a lo que te hace vibrar.
  • Envejece pensar más en los años que en los sueños.
  • Envejece pedir permiso para ser tú.
  • Envejece dejar de sorprenderte.
  • Envejece vivir apagando tu propia voz.
  • Envejece creer que ya no tienes nada nuevo que decir.

Ilusiones, objetivos y poder personal

¿Y qué es lo que no envejece? No envejece la ilusión. No envejece empezar algo nuevo. No envejece mirar al futuro con planes. Porque si hay algo que mantiene viva la energía, el entusiasmo, y el brillo interior, es tener algo en mente. Un proyecto, una meta, un deseo. Algo que nos haga decir “voy a por ello”.

Yo, por ejemplo, a mis casi 66 años —que cumplo en breve— empiezo un nuevo proyecto y un nuevo trabajo. Sí, a los 66. Y estoy emocionada como si fuera el primer día de cole. Porque las ganas de aprender no entienden de edad. Porque el poder personal no tiene fecha de caducidad. Y porque cada etapa puede ser el inicio de algo maravilloso, si tú decides caminarla así.

Seguir caminando siempre

Por eso sigo. Sigo con paso firme, a veces con tacones, otras con alpargatas. Pero sigo. Porque aún tengo cosas por hacer, sueños que no he cumplido, ideas que me despiertan por la noche. Porque vivir, en realidad, es eso: seguir caminando con algo en mente y mucho en el corazón.

Así que no dejes que te digan que ya es tarde. Que ya pasó tu momento. Que lo mejor quedó atrás. Lo mejor puede estar justo delante. Solo hace falta querer verlo. Y dar el paso.

¿Tienes algo en mente? Entonces aún tienes mucho por vivir.

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