Las modas nos rodean pero realmente ¿son todas beneficiosas? y lo que es más importante ¿son inocuas?. Hace unos meses surgió en los medios la moda de colocar joyas en los ojos, una especie de piercing denominado “SafeSight Eye Jewellery”.
Consiste en realizar una pequeña incisión en la telilla transparente del ojo denominada conjuntiva (sobre la superficie blanca de los ojos) e insertar debajo de ella una minúscula pieza de joyería. Ni que decir tiene los riesgos que dicha técnica puede entrañar no solo por tratarse de una manipulación quirúrgica innecesaria, sino por los riesgos inherentes a insertar cualquier dispositivo (por muy bonito y costoso que sea) en la superficie del globo ocular, sin contar las molestias subjetivas que ello conlleva. Si cuando nos entra una arenilla en los ojos no podemos tolerarla, imaginemos lo que es tener algo de forma constante rozando al parpadear, pero el refranero español es sabio “sarna con gusto no pica” y algunos pensarán que puede ser tolerable la molestia por la como poco, “cuestionable estética”.
Posteriormente surgió la moda del “oculolinctus” o “beso japonés”, consistente en lamer los ojos, y aquí hay que hablar de los problemas de contagios, conjuntivitis, inflamaciones, etc… ninguno de ellos menospreciable.
Incluso hace poco surgieron noticias de técnicas láser para “cambiar el color de los ojos”, las cuales como muchos oftalmólogos manifestamos, no están lo suficientemente probadas en cuanto a su seguridad para la salud visual de los ojos, pues aún están en fases de experimentación iniciales y entrañan ciertos riesgos en su realización de los cuales deberíamos informarnos antes de afrontarlas.
Pues bien, ahora surge una nueva moda, “el tatuaje de los ojos”, “tatuaje escleral” o “eyeball tattoo” consistente en la inyección de tintas colorantes por debajo de la conjuntiva, con lo cual cambiamos el color de la superficie blanca de los ojos a nuestra elección según el colorante que inyectemos. La verdad es que la cantidad de problemas a los que se me ocurre nos podemos exponer con esta técnica de “supuesta belleza” son innumerables. Así, el realizar una inyección por una persona sin los adecuados conocimientos médicos, sobre una superficie cuyo grosor es de escasos milímetros, entraña un gran riesgo para la integridad del globo ocular, pero además estamos inyectando un colorante que suponemos tendrá los adecuados controles de calidad, seguridad, esterilidad, etc… y se realizará en condiciones de esterilidad adecuadas; ¿seguro que es así?.
Además no olvidemos los riesgos que puede entrañar si inyectamos por error o difunde ese colorante al sistema circulatorio, y no olvidemos que el ojo es una prolongación del sistema nervioso a través del nervio óptico, con lo cual el riesgo de que dicho colorante pueda difundir a estas estructuras vecinas no es para menospreciar, pues sus repercusiones pueden ser extremadamente graves.
Y no olvidemos que estamos inyectando un colorante que podría tener una mayor o menor absorción por los tejidos oculares con la consiguiente repercusión visual…..
Y así podríamos estar dando razones para prevenir y advertir a la sociedad de los posibles riesgos de estas supuestas técnicas cuya seguridad no está acreditada desde ningún punto de vista y que se realiza por personas cuya profesionalidad en el terreno sanitario es nula.
En pocas palabras, que estas técnicas de “eyeball tatoo” se trata de que nos dejemos pinchar los ojos y meter unos colorantes que desconocemos sus repercusiones a corto, medio y largo plazo y por personas y en locales posiblemente sin los adecuados controles médicos o sanitarios.
Es decir ¿A donde vamos a llegar con las modas? es algo que debemos reflexionar y desde luego actuar para frenar estas prácticas que pueden ser lesivas para la salud de la población hasta que se tengan los adecuados controles y la seguridad de su inocuidad a corto y largo plazo. Y luego la belleza es algo de cada uno, pero desde luego con seguridad.